
Sociedad | Malusa Gómez
Ser del Oriente tiene su toque particular. A pesar de ser un colegio católico nunca fue, por lo menos en mis tiempos, un colegio que nos obligara a nada o a una fe específica. Había capilla y misas, pero nadie te veía feo si decidías quedarte en las jardineras de afuera en el chisme.